domingo, 18 de enero de 2009

Cajastur salva el plan de vivienda de Roces al avalar a la mayoría de los promotores

«No se descuenta nada de contratistas, promotores ni inmobiliarias». Esta máxima, aplicada por los responsables bancarios, está estrangulando al sector de la pequeña y mediana empresa de Gijón. Sólo el comportamiento de Cajastur se sale de la tónica general de cierre crediticio. Y gracias a la entidad financiera asturiana se ha logrado salvar, por ahora, el gran proyecto urbanístico de Roces.

Sogepsa ha vendido las sesenta parcelas edificables en el denominado plan especial de Roces, un espacio de casi un millón de metros cuadrados en las que se construirán unas 3.700 viviendas: 1.901 de protección autonómica; 712 concertada; 667 libres y 420 públicas. Y entre las que se encontrarán tres edificios singulares de torres promovidos por los Álamos, Grupo Arboleya y Constructora Principado.


La cúpula de la Asociación de Promotores y Constructores de Gijón (Asprocon) defiende, sin dudarlo, el papel de Cajastur en estos meses de incertidumbre. Todos coinciden en que la entidad que preside Manuel Menéndez apoya a sus clientes acreditados, con años y experiencia en la entidad, pero permite que se mantenga la actividad económica en un sector fundamental. Los promotores y constructores asociados a Asprocon no encuentran problemas en Cajastur, se explica desde la patronal gijonesa, ya que la mayoría cuenta con el aval financiero de la entidad regional. «Ejemplar y seguro que se tendrá en cuenta cuando cambien los tiempos», sentencia un promotor agradecido, que no se olvida de que Manuel Menéndez optó por acudir a las subastas de dinero del Gobierno de España y lo hizo sin pretender ocultarlo como otros patrones de la gran banca.

De ahí que, por el momento, el panorama inmobiliario en Gijón sea diferente al de la construcción en otras zonas de España: pequeñas empresas, saneadas y con tradición entre promotores y constructores con suelos adquiridos y financiados.

La peor parte se la llevan las auxiliares de la construcción que sufren el frenazo y el «cerrojo» bancario al no poder «descontar papel y los empresarios hasta tienen que hipotecar sus viviendas, sus propios bienes, para seguir teniendo liquidez y hacer frente a los pagos», explicaba un profesional del sector.

Los bancos están sustituyendo las pólizas de crédito que tenía muchos empresarios por otras de «garantía hipotecaria», que no sólo modifican la relación bancaria, sino que además significan hasta nuevas cargas impositivas. Todo para evitar riesgos bancarios, pese al dinero recibido del Gobierno. «No hay derecho a lo que hace la banca», se lamenta un ex profesional del sector ahora lanzado a la promoción de viviendas. «Sólo se salva Cajastur. Si no es por ellos, esto sería una ruina».

fuente: lanuevaespaña

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